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La curiosa historia del SS Warrimoo, el navío que tuvo un momento de omnipresencia

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No ocurre con demasiada frecuencia, pero en ciertos instantes se nos presentan oportunidades que, por una u otra razón, sabemos que no podemos dejar escapar. Ya sea con la oferta de aquel viaje que siempre deseamos hacer, que un día aparece como por arte de magia en la pantalla del ordenador, o esa ocasión idónea para decirle a un chico o una chica que por qué no salir a tomar algo juntos.

Pues bien, cuando aquella noche del 30 de diciembre de 1899 los tripulantes del navío SS Warrimoo advirtieron al capitán John D.S. Phillips que se encontraban muy cerca de la intersección entre la línea internacional de cambio de fecha y el ecuador, él supo que no podían dejar pasar la oportunidad de estar en dos instantes del tiempo a la misma hora. Y tal que así lo hizo.

En aquella noche plácida tanto en el mar como en aquel barco de vapor de pasajeros, el capitán se encontraba solo en el puente de mando fumando tranquilamente un cigarro. Fue entonces, cuando aquel barco que recorría la ruta que unía Vancouver con Australia había superado la mitad de su trayecto, cuando el oficial Payton, ávido de emociones fuertes, le indicó a su capitán que se encontraban a escasas millas de una posición geográfica sumamente llamativa.

Si a la mayoría de los aquí presentes nos dijeran que nos encontramos a una latitud de 0 grados y 30 minutos norte y una longitud de 179 grados 30 minutos oeste, posiblemente no sabríamos si tenemos ante nosotros una ocasión única o si hemos metido la pata. Por suerte, el capitán Phillips supo que aquel dato que le habían facilitado era una oportunidad de oro. No para entrar en los anales de la historia de la navegación, pero sí para gastar una broma a toda la tripulación y a quienes viajaban a bordo del barco que comandaba. ¿Por qué no hacerlo?

Instó en ese momento a cuatro miembros de la tripulación a acudir al puente de mando para revisar su posición sobre la inmensidad del océano Pacífico. Un proceso que deberían repetir de forma precisa cada dos minutos. Una vez verificado el punto en que se encontraban, variaron ligeramente su rumbo y modificaron su velocidad de crucero para alcanzar el enclave exacto en el momento preciso. Su propósito no era otro que establecerse a las 00:00h de aquel 30 de diciembre de 1899 en le intersección entre la línea internacional de cambio de fecha y el ecuador.

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La pericia de los marineros, unida a la calma que reinaba en el océano aquella noche, hizo que pudieran cumplir el objetivo que se había marcado el capitán Phillips. De esta forma, justo a media noche, la parte delantera del barco se encontraba en el hemisferio sur y en pleno verano al tiempo que en popa, la parte trasera, los pasajeros y tripulantes estaban en el hemisferio norte y viviendo en invierno. Y no solo eso: en función del lugar en que viajaran en aquel preciso instante los pasajeros, estarían en el 30 de diciembre de 1899 o en el 1 de enero de 1900.

Hay quien cuenta que el capitán tuvo a bien informar a los viajeros de lo que había ocurrido. “Hoy, exactamente a la medianoche, seremos los únicos humanos que estaremos al mismo tiempo en dos hemisferios, en dos diferentes, en dos meses, en dos años, en dos estaciones y en dos siglos”, anunció John D.S. Phillips. “Al caminar de proa a popa, de babor a estribor, podremos pasar de estar en invierno a estar en verano, entre el norte y el sur y entre el siglo XIX y XX”. Si en aquel instante alguien hubiera corrido de un extremo a otro del barco, habría dejado atrás una centuria y se habría adentrado en la siguiente.

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Y aún había más. Según explican, existe una norma que establece que al cruzar a las 00:00h la línea internacional de cambio de fecha se pasaba directamente desde el 30 de diciembre de 1899 al 1 de enero de 1900, sin pasar por el último día del año. ¿Qué quiere decir esto? Que quienes viajaban a bordo del SS Warrimoo tuvieron que borrar de sus vidas el 31 de diciembre de 1899. Ese día no lo vivieron y, por lo tanto, tampoco pudieron festejar en mitad del Pacífico la llegada del Año Nuevo.

Alguien que tuvo la oportunidad de vivir esa singular experiencia de estar en dos momentos temporales en el mismo instante fue el escritor estadounidense Mark Twain. Quien diera vida literaria a Huckleberry Finn navegó a bordó del SS Warrimoo camino a Australia, en una época en que atravesaba una situación económica precaria. Fue en ese viaje cuando escribió ‘Viaje alrededor del mundo. Siguiendo el Ecuador’. Twain cuenta cómo su familia, que se encontraba en popa, disfrutaba del domingo, mientras que él, situado en proa, ya vivía en el martes. “La familia tenía la misma edad que cuando les dejé cinco minutos antes, pero yo era un día más viejo”, relataba.

También cuenta que la casualidad quiso que, en aquel preciso momento, una de las pasajeras diera a luz a su hijo en mitad del barco. El niño creció durante toda su existencia con la duda de si creer a la enfermera, que aseguraba que nació el domingo, o al doctor que atendió a su madre, que mantenía que fue el martes. Al igual que los pasajeros a los que el capitán John D.S. Phillips les arrebató un día de sus vidas, esta criatura podría haber perdido dos solamente al nacer. Cosas del destino, siempre tan pillastre.

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Con información de Futility Closet, Master Mariners, PRWeb, OoCities, Updataordie y Quadriv. Las imágenes de este artículo son propiedad de Wikipedia y de Google Maps

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