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Un nuevo cambio de hora, ¿será el penúltimo de la historia?

Retrasar o no retrasar el reloj, he ahí la cuestión. Por lo pronto, lo volveremos a hacer una vez más. En la madrugada del domingo 28 de octubre, a las 03:00h serán las 02:00h en territorio peninsular, mientras que a las 02:00h será la 01:00h en las islas Canarias. Esta tradición, tan arraigada en muchos hogares españoles, que pretende adaptar el horario a las horas de luz solar, parece tener los días contados en numerosos países de la Unión Europea. Si bien a muchos les trae sin cuidado la hora a la que amanece o se pone el sol, porque tienen que hacer las mismas tareas, otros muchos han convertido esta cuestión en un tema de debate que ha llevado incluso al Parlamento Europeo a publicar una encuesta para conocer la opinión de los ciudadanos y valorar su decisión.

La respuesta ha sido clara: la inmensa mayoría de los cinco millones de europeos que han participado votaron a favor de acabar con el cambio de hora de verano e invierno. En nuestro país, además, hemos sido de los más tajantes, pues el 93% de los españoles que ha tomado parte en la encuesta dijo “no” al cambio de hora. Tan solo en Finlandia y Polonia nos han adelantado con una negativa aún más rotunda. Es por esto que la Comisión Europea ha propuesto acabar con los cambios. Así, en marzo de 2019, cuando se instaure el horario de verano, será la última vez que los países europeos estarán obligados a adelantar el reloj. En abril, cada uno de ellos tendrá que decidir si en octubre vuelve a retrasar la hora o se queda como está.

Una tradición anquilosada

La cuestión horaria ha traído de cabeza a muchos a lo largo de la historia. En España, por ejemplo, no fue hasta el 1 de enero de 1901 cuando en todo el territorio se instauró un horario único oficial. Hasta ese momento en que se decidió ajustar en todo el territorio peninsular la hora con el meridiano de Greenwich, ocurría que en Barcelona y en Madrid, por ejemplo, no era la misma hora. Esto provocaba situaciones tan disparatadas como que cuando en la Ciudad Condal eran las 12:00 del mediodía, los madrileños veían que en sus relojes las agujas marcaban las 11:30h.

No obstante, esta situación se había dado algunas décadas antes en el resto de países del mundo. Desde Francia, donde se estableció el horario de París para todo el territorio, hasta Alemania, donde hicieron lo propio con la hora de Berlín. En Estados Unidos no fue hasta 1883 cuando se establecieron cuatro zonas horarias bien determinadas, que aún hoy se mantienen. Todo ello provocado por la llegada del tren y la necesidad de ajustar los horarios para no dejar lugar a dudas.

La decisión de cambiar la hora dos veces al año llegó más tarde. Concretamente, en España se adoptó esa decisión en 1918. Fue provocada por la escasez de carbón, ocasionada por la Primera Guerra Mundial, lo que obligó a las autoridades a replicar las medidas de otros países del entorno para ahorrar este bien que escaseaba. Se tuvieron en cuenta las recomendaciones que ya hacía Benjamin Franklin en el siglo XVIII, que proponía madrugar más en verano aprovechando que amanecía antes y así ahorrar aceite de las lámparas.

En la década de 1970, tanto en territorio norteamericano como en algunos países europeos, entre los que estaba España, se volvió a instaurar el cambio de hora para así paliar los efectos del incremento del precio del petróleo. Entre tantas idas y venidas de horarios en unos y otros países, la por entonces conocida como Comunidad Económica Europea decidió en los años 80 unificar las fechas en las que se realizarían los cambios, de tal forma que no hubiera desajustes entre los países que pertenecían a la misma. Y desde entonces, todos los meses de marzo y de octubre se realiza el cambio.

No hay que olvidar que a comienzos de la década de 1940, el horario peninsular había cambiado para adaptarse al de Europa Central, a raíz de una decisión política motivada por la Segunda Guerra Mundial. Pero mientras otros países que también hicieron este cambio retornaron a su horario habitual en 1945, como ocurrió en Reino Unido y Francia, las autoridades españolas decretaron no volver al horario anterior del meridiano de Greenwich, y decidieron mantener la hora que marcaban los relojes de Berlín. Esta decisión aún a día de hoy entraña cierto debate y son muchos los que proponen que sería mejor cambiarlo para equipararlo al horario de Reino Unido y Portugal.

¿A favor o en contra?

Aunque las cifras de detractores del cambio de hora parecen ser claras en nuestro país, aún hay quien sostiene argumentos a favor. Y si bien hace tiempo que quedaron atrás las medidas que promovían los ajustes horarios para ahorrar carbón o petróleo, todavía son numerosos los que defienden que adelantar y retrasar el reloj cada seis meses trae consigo un ahorro energético importante.

No obstante, lo cierto es que no es demasiado elevado. Según los estudios realizados más recientemente, el ahorro en la Unión Europea sería de entre un 0,5% y un 2,5%. Eso sí, el ahorro monetario podría ser interesante. Si tomamos los datos de Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía, el ahorro de iluminación en España podría ser de hasta el 5%, lo que traería consigo un ahorro de 300 millones de euros.

Por su parte, quienes se niegan a cambiar la hora de sus relojes cada seis meses argumentan que esos cambios tienen efectos negativos en la salud de los ciudadanos. Y esto tampoco es tanto así. “Desde el punto de vista biológico no hay estudios concluyentes de que el cambio de hora produzca trastornos a nivel fisiológico. Sí ocasiona molestias o pequeños desajustes, pero más personales o domésticos, como tener apetito antes”, apunta Antoni Díez Noguera, catedrático de Fisiología de la Universidad de Barcelona y experto en cronobiología. “Es como un jet lag pequeñito. Por eso yo siempre prefiero hablar de molestias y no de trastornos”.

Lo que sí que ha quedado demostrado por distintos estudios es que hay más accidentes de tráfico cuando se realizan los cambios de hora. No solo por el cambio de las horas de sueño, sino también por el momento en que se coge el volante para ir a trabajar. Esto, sobre todo, se suele dar en el cambio del horario de invierno al de verano, cuando se pasa de conducir de día a hacerlo de noche. De ahí que, según los expertos, sea recomendable para el organismo mantener siempre el mismo horario y adaptarnos a los cambios de luz.

Con todos estos argumentos, las autoridades de los distintos países de la Unión Europea, incluidas las españolas, tendrán que tomar una decisión en abril de 2019 para determinar si mantienen la hora que pongamos en nuestros relojes en marzo o si cambiamos nuevamente en octubre. Veremos qué ocurre entonces. Por lo pronto, el próximo domingo 28 de octubre nos podremos dar el capricho de dormir una hora más o estar una hora más de fiesta. Allá cada cual.

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Con información de Comisión Europea, Verne, Astronomia.ign, IDAE y ElMundo.es. Las imágenes de este artículo, por orden de aparición, son propiedad de Wikipedia, Camera4u y MaxPixel

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