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Cinco usos que igual no habías pensado para la pelusa que sale de la secadora


¿Por qué las pelusas que salen de las secadoras son siempre gris-azulado? Al igual que las pelusas que salen del ombligo, estas «bolas» proceden de la acumulación de fibras que se desprenden de la ropa y otros textiles. Al estar sometidas a una fuerte corriente de aire, estas fibras y pelos adquieren una carga electrostática que las hace juntarse en franca compañía hasta formar un gran pelusón.
Sin embargo, el color siempre suele ser el mismo, una especie de gris-azulado; a pesar del hecho de que la ropa de la que proviene tiene varios tonos.
La razón de la uniformidad del color es que, como todos lo hemos visto, cuando se mezclan muchos colores al azar se termina con un lodazal de oscuridad. Pero cuando se mezclan prendas que en su mayoría son azules, grises y negras (como es habitual en la mayoría de los fondos de armarios) con un puñado de rojos, marrones y verdes, el caos se convierte en gris azulado casi siempre.
En esencia, los aportes de los pantalones vaqueros azules y de los calcetines blancos deportivos superan en número a la de esa camiseta roja de algodón con la que duermes, resultando ese tono ovillo gris tan característico.
Pero, aparte de sacar pelusas cada dos por tres para tirarlas a la basura, ¿podemos darle algún uso? ¡Afirmativo!
1- Para iniciar un fuego que te pueda salvar la vida.

Nunca sabes cuando vas a necesitar encender un buen fuego, pero si te pierdes en el desierto o en una selva una pelusa de secadora puede ser tu salvoconducto al día siguiente. Mezcla la pelusa con una gota generosa de vaselina y guardala en una bolsa de plástico sellada. La llama de un solo fósforo, incluso la chispa de un perdernal, la va a encender y la pelusa se quemará durante el tiempo suficiente para que añadas más leña al fuego.
Recuerda siempre llevar la pelusa de viaje en un contenedor hermético, como esos envases de los carretes de fotos donde la gente lleva sus cosas íntimas.
 
2- Para hacer un espacio de nidificación a distintos animales.

¿Te imaginas a tu cobaya o a tu hámster acurrucado en su nido de lana y fibras calentitas? Voilá. También se puede cortar un cartón de leche por la mitad y llenarlo de pelusa de secadora para colocarlo en un árbol y que los pájaros lo utilicen de nido.
Recomendamos que la pelusa de la secadora venga entonces sólo a partir de tejidos naturales, por aquello de la compatibilidad de sentimientos. Y si ya le metes pelo, raspaduras de tela y hasta plumas, miel sobre hojuelas. Esto proporciona el ave más opciones para una estructura de nido mejor.
 
3- Para hacer crecer a las plantas más sanas.

Aunque hay gente que mezcla pelusa con la tierra para que el sustrato retenga más humedad, eso al final terminando trayendo moho. Por eso es mejor utilizar la pelusa para el efecto contrario. Basta con recubrir la parte inferior de las macetas con la pelusa y que salga un poco por el agujerillo, permitiendo así que la pelusa absorba el agua del fondo y drene hacia fuera para proteger las raíces de nuestras amigas de los encharcamientos.
Pero, cuidado; los detergentes para la ropa y los tejidos sintéticos químicos pueden hacer que a las plantas no les guste mucho la pelusa, por eso se recomienda, como en el anterior caso, que sea pelusa de la buena, de la que sale de fibras naturales. Basta con poner a lavar un par de jerseys de lana que nos hacía la abuela y tendremos pelusa de sobra para nuestras intenciones jardineras.
 
4- Para proteger los paquetes durante los envíos.

Se puede utilizar la pelusa de la secadora para proteger los artículos frágiles cuando hacemos un packaging para su envío. Imagina la sorpresa en el rostro del receptor cuando él o ella abra el paquete y encuentra un montón de pelusa como si fuera plástico de burbujas. Le puedes decir inclsuo que es la pelusa del ombligo de André, el Gigante y ya tendrás la broma redonda.
 
5- Para hacer una buena carrera en artes y oficios.

La pelusa puede ser también bella. Y que mejor para terminar que transformando la apática pelusa gris en arte divino multicolor. Una mujer de Michigan llamada Laura Bell pensó que podría convertir esas tristes pelusas en toda una obra de arte y recreó “La Última Cena” de Leonardo Da Vinci con ellas.
El cuadro-tapiz pelusero mide 4 metros por 1,5 metros y Laura necesitó el equivalente a entre 700 y 800 horas de lavado de su ropa sucia para obtener el material. Después de pasar siete meses recogiendo la pelusa de su propia lavadora, la señora Bell se dio cuenta de que sólo sacaba la pelusa de un color, el clásico gris batiburrillo.
Así que trató de obtener las pelusas de las lavanderías industriales, pero siempre resultaba pelusa gris y llena de pelo de perro. En lugar de colorear las pelusas, la señora Bell decidió comprar toallas de colores brillantes y comenzó a ordenar su lavado-secado para obtener distintos pantones de pelusa.
Comenzó el proyecto en 2009 en un intento de ganar el concurso ArtPrize de Michigan, dotado con unos jugosos 250.000 $. “La Última Cena” de Laura Bell no ganó el cariño de la crítica en ese concurso, pero sí el del público general, que catalogó su obra de «auténtica obra de arte».

 

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