Sacándome un número del bolsillo, es posible que el 90% de la legislación pudiera remplazarse sin problemas por una versión más o menos formal de la regla de oro: «trata a los demás como te gustaría que te trataran a tí mismo». Quizá baste con «no seas capullo» o «haz lo correcto». Si esta máxima se cumpliera también en el terreno de los derechos de autor, nos iría mejor a todos. Pero, ¿qué es «lo correcto»?
Esta semana hemos podido leer un animado debate entre el novelista Cory Doctorow y la dibujante y cineasta Nina Paley sobre qué es lo correcto en la explotación comercial de los derechos de autor. En un largo intercambio epistolar, Doctorow abogaba a favor de algunas restricciones del actual modelo de derechos de autor, concretamente las que conceden el monopolio de los usos comerciales de las obras a los titulares de esos derechos. Por su parte Paley está a favor de la abolición total del copyright.
Cory Doctorow está a favor de publicar sus novelas gratuitamente, pero no de forma totalmente libre. Prefiere reservarse los usos comerciales para así poder negociar con la industria que le da de comer. Nina Paley opina que reservar los usos comerciales es socialmente pernicioso, porque hay usos comerciales personales que es necesario permitir; en lugar de esa reserva Paley propone el «Sello de Apoyo del Creador» (Creator Endorsed Mark), una especie de contrato de buenas maneras que aporte una marca distintiva a los usos comerciales de obras que generen para su autor un beneficio económico, satisfacción personal (por estar apoyando una buena causa) o ambas cosas.
He llamado a este sello propuesto por Nina Paley un «contrato de buenas maneras» porque contiene un curioso mecanismo de aplicación legal. Dado que Paley publicó su película Sita Sings the Blues con una licencia libre, que permite usos comerciales, cualquiera puede venderla en DVD lucrarse con la venta. La legislación de derecho de autor se lo permite. Sin embargo el sello es una marca registrada, y los vendedores sólo tienenen el derecho a usarlo si contratan su uso con Paley.
¿Qué dice el sello? Pues puede decir varias cosas: que Paley apoya esa edición de DVD, o que los editores apoyan a Paley con un tanto por ciento del precio de venta al público, o ambas cosas. El contrato existe, pero no es por los derechos de reproducción y venta de la obra, sino por el derecho a usar su nombre en conexión con la marca registrada «Creator Endorsed».
Si es así, ¿por querría ningún editor usar la marca? Dado que cualquier distribuidor tiene derecho legal a imprimir y vender la película de Paley, ¿por qué no hacerlo directamente y no pagarle nada a su autora?. La respuesta que da Paley es que no les conviene por motivos de presión social:
No existe un monopolio comercial que infringir. Los grandes del mercado (editores y estudios cinematográficos y demás) necesitan tu aprobación. Si te traicionan a tí y a tus seguidores, tienen un grave problema de relaciones públicas; si obtienen tu aprobación y cooperación, venden más copias. El Sello de Aprobación del Creador aumenta el valor monetario de las obras distribuidas, y es una inversión esencial para un distribuidor.
Dejemos aparte por un momento que Paley parece ignorar el fenómeno creativo-fiscal de la «contabilidad de Hollywood» por el cual las películas siempre «pierden» dinero, con lo que sus creadores no perciben derechos pese a sus contratos que les garantizan un porcentaje de los beneficios. En realidad lo que está proponiendo es sustituir la obligatoriedad de la ley por las reglas de la etiqueta correspondientes a la norma social. El resto no cambia; de hecho Paley explica en su conversación con Doctorow que sus contratos distribuidoras de DVDs son estándar, sólo tiene que modificarlos para que en vez de aplicarse a una cesión de derechos se apliquen a una autorización a usar el sello de apoyo del creador. La diferencia clave es que ese contrato es opcional.
En el mundo de las tecnologías digitales, también es opcional para el ciudadano de a pie comprar un DVD en lugar de descargarse la película por Internet, o comprar la música en una tienda en vez de copiarla del CD de un amigo. En España estas dos actividades son legales si el uso que se le da a la copia es privado del copista, en otras circunscripciones (como, por ejemplo, Estados Unidos) no. Las licencias Creative Commons igualan las dos circunscripciones, haciendo legal la descarga privada en ambos casos, porque la misión de las licencias Creative Commons es armonizar de forma privada los derechos de autor a la baja, del mismo modo que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y los lobbies de la industria trabajan por armonizarla al alza.
El sello de apoyo del creador de Paley sirve para explicitar qué entiende cada creador que es «lo correcto» en la frase «haz lo correcto». En este caso, usar la obra como a su creador le gustaría. Pagándole parte de tus ingresos. O quizá usando esos ingresos para una causa que el creador de la obra también apoye.
Seas un distribuidor de una obra o un ciudadano que quiere acceso a ella, esta marca te pide que hagas lo correcto. No tienes que hacerlo porque te obliguen, sino porque es lo correcto, lo que te gustaría que te hicieran a tí. Puede que no sirva para todos, que no te valga a tí como no le vale a Doctorow. Según Paley, a ella le funciona.