En el penúltimo número de la edición española de Foreign Policy apareció un artículo titulado “Por qué Copenhague será un fiasco”, escrito por un tal Bruce Bueno de Mesquita…un par de meses antes de la cumbre que, efectivamente, fue un fiasco. Pero Bueno de Mesquita no es un analista político al uso. Es decir, no usó la “sabiduría convencional” para concluir el decepcionante desenlace de la cumbre sino que se limitó a aplicar una serie de fórmulas matemáticas tomadas de la teoría de juegos. Y acertó.
El mérito de este profesor de la Universidad de Nueva York reside en anticipar algo tan en apariencia previsible como la política, que no deja de ser la plasmación de las decisiones de un grupo de seres humanos, por definición impredibles…¿o no tanto? “A excepción de los niños y los esquizofrénicos casi todo el mundo es racional”, explica De Mesquita en esta conferencia en TED, en la que explica por qué Irán no construirá la bomba atómica.
En 1979 Bueno de Mesquita recibió una llamada del Departamento de Estado de EEUU preguntándole por el probable ganador de las elecciones en India. De Mesquita predijo contraintuitivamente que el primer ministro sería un candidato desconocido, Charan Singh, que recibiría un tibio apoyo por parte de Indira Gandhi y que, finalmente, sería capaz de gobernar por lo que no tardaría en caer, según relata en el artículo. Y así sucedió.
A raíz de aquel éxito, Bruce Bueno desarrolló un modelo matemático basado en la teoría de juegos para aplicar en política. En estas tres décadas ha anticipado el modelo “a la reforma económica en México y Brasil, al cambio de liderazgo en la URSS y a las decisiones presupuestarias en Italia”. También anticipó la revuelta en China cuatro meses antes de los sucesos de Tiananmen y la Intifada de 2000. La Agencia DARPA, dependiente del Departamento de Defensa, le retó a pronunciarse acerca de 17 asuntos y logró acertar en el 90% de las ocasiones (un porcentaje, por cierto, idéntico al del medallero olímpico de Daniel Johnson).
Volviendo a Coppenhague, ¿cómo “sabía” Bruce de Mesquita que la conferencia estaba abocada al fracaso? Para realizar el cálculo asignó a cada participante un grado de influencia, una postura negociadora (mantener, endurecer o aligerar los acuerdos de Kioto) y una flexibilidad para lograr sus objetivos. La interactuación de estos factores da lugar al siguiente escenario:
“La retórica de los próximos veinte o treinta años aboga por estándares más exigentes que los propuestos en Kioto en 1997 (…) Ésa es la parte verde de la historia. En segundo lugar, el apoyo a regulaciones más estrictas desciende casi de manera implacable cuando nos acercamos al año 2050, fecha clave en el debate sobre el calentamiento global. Cuando llegamos a 2050, el estándar obligatorio aplicable está muy por debajo del fijado en Kioto (…) En 2100 no queda ninguna luz verde regulatoria al final de la historia.
En definitiva, Copenhague estaba condenado al fracaso, algo que no conmueve demasiado al analista. En una conclusión a medio camino entre el pragmatismo y el cinismo De Mesquita escribe en Foreign Policy:
Las hojas de ruta pueden hacernos sentir bien con nosotros mismos porque hemos hecho algo. El problema es que compromisos como los de Bali y Kioto incluyen al planeta en general. Para que todos se pongan de acuerdo respecto a algo tan costoso, ese algo acordado no debe ser demasiado exigente ni demasiado caro. En caso de serlo, muchos países se negarán a unirse porque para ellos los costes son mayores que los beneficios (…)
Puedes leer el artículo completo de Bueno de Mesquita aquí.
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