La «Gran Ola de Kanagawa» es una famosa estampa del pintor japonés Hokusai, pintada en 1830 o 1831 durante el periodo Edo. Se trata de la obra más conocida del autor que acuñó el término «manga» y, quizá, la más famosa del grabado japonés.
Cuando fue conocida en Europa supuso una fuente de rejuvenecimiento para el arte occidental, a través de la admiración que le tenían los artistas impresionistas y postimpresionistas que por aquel entonces poblaban París.
Pero debajo de la ciudad de la luz, “la Gran ola de Hokusai” también encontró un hueco, cuando en 1980 un grafitero llamado Dan, miembro del grupo de “Las ratas”, la reprodujo en una de las cámaras que pueblan los 280 kilómetros de catacumbas que transcurren bajo la urbe, unos túneles que datan de la época de los romanos en los que se usaron como canteras para sustraer la piedra caliza con la que se construía la ciudad.
Las catacumbas parisinas son consideras la continuación del Louvre para el arte urbano. Y sus galerías y cámaras son auténticas exposiciones de arte sólo aptas a gente con buena orientación y/o con conocimientos en espeleología, pues más de una persona ha muerto perdido en la oscuridad intentado encontrar la salida.
La Gran Ola está situada en una cámara denominada “la playa”, por la fina arena de su suelo, y lleva 30 años repintándose periódicamente por los llamados “catafilos”, jóvenes que se adentran en las catacumbas parisinas y que intentan conservar con su pintura el color del paso del tiempo.
Hace unos días, la estampa sirvió como homenaje a las víctimas por la gran ola de Japón, cuando toda la cámara se llenó de velas en recuerdo de los caídos, según muestra la foto que encabeza este post, obra de Stephen Alvarez, para la National Geographic.