A la hora de componer una canción, casi siempre existe detrás una historia que contar. Un momento de dolor, el deseo de cantar a un amor no correspondido… u otras situaciones más extravagantes que dejarían con la boca abierta a más de un entendido. Porque sí, puede que la canción tan famosa que bailaste en el último garito vaya nada más y nada menos que sobre una marca de desodorante, mientras que aquella que parecía elogiar a un amigo puede que sea sobre una rata. Prepárate para una sesión especial de canciones del rock que probablemente no vuelvas a escuchar de la misma manera al descubrir la verdadera historia que esconde su composición.
Una de las canciones más conocidas del grupo liderado por Sting parece hablar del amor romántico, del amor que una persona siente hacia otra: “Cómo duele mi pobre corazón con cada paso que das”. Sin embargo, Sting ha defendido siempre que la compuso mientras se estaba divorciando de su esposa y que en realidad habla de un amor no correspondido. Por ello, le flipaba muchísimo que la gente la pusiera en sus bodas; en su opinión, «es una canción muy, muy fea y siniestra y que la gente la ha confundido con una pequeña y dulce canción de amor”. Sabiendo esto, cuando dice cosas como “Oh, ¿no puedes ver que tú me perteneces?” todo cobra un nuevo sentido.
El tal o la tal Jude no existieron. Más bien fue un Julian. En 1968, John Lennon y su esposa Cynthia se divorciaron. Paul McCartney compuso esta canción para el hijo de la pareja, Julian, con la intención de intentar reconfortarlo. Por eso Paul recomienda tomar “una canción triste» y hacerla «mejor”. En principio, ‘Hey Jude’ se iba a llamar ‘Hey Jules’, pero a McCartney le pareció más tarde que ‘Jude’ sonaba mejor.
Con el inconfundible ritmo del ‘reggae’, Bob Marley le disparaba a un ‘sheriff’. Pero ¿quién era este agente de la ley que recibía un tiro? Al parecer nunca existió. Según la novia de Marley, este se refería al doctor que le recetó la píldora anticonceptiva: el cantante renegaba de los métodos de control de natalidad. Así, cuando Marley canta “cada vez que yo planto una semilla, él dice: ‘Mátala antes de que crezca’”, ya sabemos a lo que supuestamente se refería.
Este tema romántico se inspira en un relato persa del siglo XII sobre un amor no correspondido y cuya protagonista se llamaba Layla. ¿Y quién era esa persona que no correspondía a Clapton? Pues la exesposa de otro Beatle, George Harrison. Pattie Boyd había estado casada con Harrison y luego con Clapton, del que también se terminó divorciando.
Uno de los himnos de los años 90 dice en su título que huele a ‘teen spirit’, a espíritu adolescente. ¿Seguro? Más o menos. A lo que olía en este tema de Kurt Cobain era a Teen Spirit, la marca de desodorante que utilizaba una amiga, la también cantante Kathleen Hanna. Cuando el estadounidense estaba componiendo este mítico tema, la joven bromeó diciendo que Cobain despedía efluvios a ese desodorante. Pero él no sabía que había un producto con ese nombre y lo tomó de forma literal, como que él desprendía un espíritu adolescente. Y si la canción habla de esa rebeldía y anarquía, ¿por qué no usarlo como título?
Considerada como un alegato feminista y que defiende que las mujeres quieren divertirse, es una versión de una canción de Robert Hazard que suena algo más machista. Hazard contaba la historia de un chico que se lamentaba precisamente por eso, por que ellas querían pasárselo bien… y él no sabía cómo manejarlas. Al final, a la historia de la música ha pasado el canto femenino y liberador.
En este clásico de los años 50, The Chordettes cantaban a un arenero que entraba en los dormitorios de la gente mientras dormía y les hacía tener bonitos sueños. Este arenero existió en la realidad, más o menos: es un personaje de las tradiciones celta y sajona que hacía soñar a la gente tras echarle su arena mágica a los ojos. Según la leyenda, las legañas del día siguiente eran los granos de arena que quedaban de esa persona que tan buenos sueños nos había asegurado. En el siglo XIX, la leyenda se convirtió en cuento gracias a Hans Christian Andersen y de ahí traspasó fronteras.
En 1972, cuando Jackson era un adolescente, cantaba de un modo muy sentimental a un tal Ben con el que tenía una buena amistad: “Nunca estaré solo y tú, mi amigo, verás que tienes un amigo en mí”. ¿Quién era este tal Ben? ¿Un amigo del instituto, de la escuela…? Nada de eso: Ben era la rata de una película de terror del mismo nombre. En ella, el animal era el líder de un grupo de ratones asesinos de animales. Danny, un niño solitario, se la encuentra y comienza a cuidarla. Así, Ben lo defiende de todos aquellos que lo quieren atacar, mientras comanda a las ratas asesinas. Una relación de amistad un poco macabra.
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Con información de Wikipedia (1, 2, 3, 4, 5, 6), Songfacts (1, 2),