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¿Por qué el símbolo para concienciar sobre el cáncer de mama es un lazo rosa?

El 19 de octubre se celebra en todo el mundo el Día Internacional Contra el Cáncer de Mama, una jornada que sirve como recordatorio del compromiso de la sociedad en la lucha contra esta enfermedad. Se trata del punto álgido de un mes, el de octubre, que anualmente se centra en la concienciación sobre el cáncer de mama; y cuyo objetivo es resaltar la importancia de la investigación y de la recaudación de fondos para educar a las personas sobre la detección temprana, los síntomas y las formas de tratamiento.

El color rosa (especialmente en forma de lazo) juega un papel importante durante este mes; sin duda capta la atención del público sobre la enfermedad como ningún otro color. El rosa es un símbolo de salud, curación y empoderamiento dentro de la comunidad femenina, ya que el rosa tiene un efecto calmante y reconfortante en las personas y se sabe que fomenta una perspectiva positiva y optimista de la vida. Tan relajante como divertido, también transmite fuerza vital.

Pero…¿por qué se utiliza un lazo de este color para conmemorar esta fecha?

En general, el lazo cruzado se ha venido utilizando como símbolo universal de apoyo a multitud de causas. Lo que quizás es más desconocido es el hecho de la primera vez que se utilizó.

La fusión del lazo y el simbolismo del rosa se produjo en dos momentos claramente diferenciados. El primero de ellos ocurrió con la conocida como ‘crisis de los rehenes de Irán’ que se produjo el 4 de noviembre de 1979 tras la Revolución Iraní en Teherán, cuando la Agencia Central de Inteligencia (CIA) pidió auxilio a Hollywood para montar un operativo que permitiera sacar con vida de la capital iraní a un grupo de empleados consulares secuestrados (y cuya trama se cuenta de forma magistral en la película ‘Argo’).

Y todo comenzó exactamente cuando la estadounidense Penne Laingen ató una cinta amarilla alrededor de un árbol en su patio de Bethesda, Maryland, mientras esperaba el regreso de su esposo Bruce Laingen, que era el encargado de negocios en la embajada de Estados Unidos y uno de los 66 rehenes capturados por estudiantes iraníes.

El 10 de diciembre de 1979, el Washington Post informó que ella sugirió que otros hicieran lo mismo. Otras familias de rehenes siguieron su ejemplo. Incluso los propios rehenes Kathryn Koob y Elizabeth Ann Swift, que ya habían sido liberadas, llevaban cintas amarillas en el pelo en un video de propaganda con temática navideña lanzado durante las vacaciones. Para cuando el resto de todos los rehenes estaban camino a casa al mes siguiente, después de 444 días de cautiverio, las cintas amarillas estaban atadas a prácticamente todo: árboles, farolas, cámaras de televisión, trompetas, tambores, hogares y edificios públicos, incluida la Casa Blanca. Ese lazo amarillo, según informó TIME, era «un símbolo estadounidense tradicional de los novios separados”.

Las cintas amarillas también se atarían a los árboles posteriormente durante la crisis de rehenes del vuelo 847 de TWA en 1985 y durante la Primera Guerra del Golfo en 1990 y 1991. Este último conflicto coincidió con un momento clave para el activismo contra el SIDA y, por lo tanto, los lazos amarillos inspiraron a los defensores a crear un lazo rojo (“porque es el color de la pasión”) para crear conciencia sobre la enfermedad. Jeremy Irons popularizó la idea al usar un lazo rojo cuando presentó los Premios Tony el 2 de junio de 1991.

Del lazo rojo al lazo rosa

Poco después, inspirada por esos otros lazos reivindicativos, Charlotte Haley, una ama de casa de 68 años de Simi Valley, California, creó un lazo de color melocotón que esperaba pudiera crear conciencia sobre el cáncer de mama, la enfermedad que su abuela, hermana e hija tenían. En el supermercado local, los entregó en paquetes de cinco adjuntos a una tarjeta que decía: «El presupuesto anual del Instituto Nacional para el Cáncer (de Estados Unidos) es de 1.800 millones de dólares y sólo un cinco por ciento se destina a prevención del cáncer de mama. Ayúdanos a despertar a nuestros legisladores y a Estados Unidos vistiendo este lazo». Distribuyó miles de estos lazos, entregándolos en supermercados y enviándoselos por correo a las mujeres más influyentes del país.

Su iniciativa llamó la atención de Alexandra Penney, editora jefe de la revista ‘Self’ y quien, en 1992, estaba escribiendo sobre el mes de octubre y su homenaje a la lucha contra el cáncer de mama. La editora quería hacer mención del problema en la parte superior de la portada de la revista y se puso en contacto con Charlotte Haley, pidiéndole permiso para usar su lazo color melocotón para lanzar una campaña a favor de las mujeres bajo los auspicios de la marca Estée Lauder, una de sus principales anunciantes. Sin embargo Charlotte Haley sintió que su lucha no era algo que debía relacionarse con la publicidad y se negó porque era una idea demasiado comercial.

Así que la editora de ‘Self’ se puso en contacto con Evelyn H. Lauder, la hija de Estée Lauder que por entonces dirigía la compañía, para explicarle el caso; y ambas estuvieron de acuerdo en no dejar escapar la idea de usar un lazo de color para identificar la lucha contra esta enfermedad. Así, por consejo de sus abogados, deciden que el color de la cinta cambiara de color melocotón a rosa para que la revista pudiera sacar su propio lazo, el lazo rosa que ahora todos conocemos. Y lo incluyó en la portada de la edición de ese mes como parte de una campaña promocional para repartir 1,5 millones de lazos rosas en los mostradores de maquillaje de Estée Lauder presentes en las tiendas de la ciudad de Nueva York.

Así, en octubre de 1992, el lazo rosa se asoció con la venta de los productos de Estée Lauder y con ello nacía una campaña que se acabaría extendiendo por todo el mundo más allá de la marca que en realidad la había concebido, inundando desde entonces todas las campañas de concienciación y prevención asociadas a este tipo de cáncer promovidas por empresas privadas, organizaciones y particulares. De hecho, ese mismo año fue catalogado por The New York Times como “el año de los lazos”.

Productos solidarios contra el cáncer de mama

Hoy, y durante todo lo que queda de mes, cualquier persona puede aportar su granito de arena a la investigación contra el cáncer de mama de distintas formas. Este año la AECC, dentro de la campaña ‘Saca pecho por ellas’, ha habilitado una tienda online con productos solidarios. Todo el dinero recaudado a través de la venta de estos artículos estará dirigido a fomentar la investigación en cáncer de mama, así como a programas de atención psicológica y social para pacientes y familiares afectados por la patología.

Ecovidrio también ha instalado por toda España 370 contendedores de vidrio rosas para que los ciudadanos puedan reciclar y ayudar en la lucha contra el cáncer de mama. En esta edición se han colocado en más de 140 ciudades de todas las comunidad autónomas, en una campaña de reciclaje que durará hasta el domingo 25. Al final de la campaña, todo los envases de vidrio depositados en los contenedores rosas se transforman en una donación para la Fundación Sandra Ibarra, para la puesta en marcha de acciones de prevención, información y sensibilización de esta enfermedad.

Varias empresas también han puesto en marcha campañas para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de mama. Por ejemplo Multiópticas ha creado Mó Rose, un pack de gafas solidario cuyos beneficios se donarán íntegramente a la investigación contra la enfermedad. En la misma línea, la marca de cosméticos Coconat ha lanzado un bálsamo cuyos frutos también irán a parar a esta investigación. Y Mango ha sacado una colección de ropa solidaria cuyos beneficios irán a parar a la Fundación FERO, entidad dedicada a la investigación oncológica.

Y por supuesto, Estée Lauder también han vuelto este año a llenar las redes sociales con su famoso «Pink Ribbon» («Lazo Rosa»). Por cada publicación en Instagram o Facebook durante el mes de octubre que incluya los hashtag #TimeToEndBreastCancer y #ELCdonates juntos, el grupo donará 25 dólares a la Breast Cancer Research Foundation hasta llegar a los 100.000 dólares. Se trata la organización sin ánimo de lucro que creó Evelyn H. Lauder tras el lanzamiento de su primer lazo rosa hace 28 años y que hasta la fecha ha recaudado 569,4 millones para apoyar la investigación clínica sobre el cáncer de mama; y que actualmente financia a más de 275 investigadores en 14 países.

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