Vista al microscópico de un fragmento de Nahkla, el meteorito de Marte encontrado en Egipto en 1911.
Este año se presentará la prueba definitiva de que en algún momento Marte albergó algún tipo de vida. Y además no será necesario ir a buscar la prueba al planeta rojo sino que bastará con analizar los meteoritos caídos en la Tierra desde el planeta vecino. Es el vaticinio de David McKay, el jefe de Astrobiología del Centro Espacial Johnson en Houston (tenemos un problema) de la Nasa. McKay sostiene que una nueva generación de microscopios y otros instrumentos electrónicos permitirán determinar qué partes de los meteoritos marcianos son fósiles extraterrestres.
Dos de los meteoritos estudiados fueron encontrados en la Antártida por científicos americanos y japoneses, después de pasar miles de años entre la nieve del continente. Un tercer meteorito, el que más expectación suscita, fue encontrado en Egipto en 1911, aunque se conserva en el Museo de Historia Natural de Londres. El origen marciano de las tres piedras se ha determinado por los gases que están atrapados en ellas y que concuerdan con las rocas examinadas del planeta rojo.
El equipo de la Nasa cree que en Marte surgió una colonia de microorganismos hace 3.600 millones de años, cuando el clima era mucho más cálido y la atmósfera más gruesa. Más o menos por la misma época empezó a desarrollarse la vida en la Tierra. En una entrevista con la página web Spaceflight Now, McKay afirma que “no hemos probado rigurosamente que existiera vida en Marte, pero creemos que estamos muy, muy cerca de hacerlo”.
De probarse la existencia de vida en Marte sería un todo un hito, pues no existen pruebas de la existencia de ningún tipo de vida fuera de la Tierra. Que otro planeta haya podido albergar vida –incluso si ésta es monocelular- supone un paso más en el abandono de la visión geocéntrica del universo que se inició con Galileo.
Visto en Scientific American.