“Drácula español,
sin bronquio ni pulmón”
Siniestro total, “Que corra la nicotina”.
El porcentaje de fumadores en España se mantiene con pocas variaciones desde hace una década, con una ligerísima tendencia a la baja. Existe la creencia generalizada de que aumentar el precio del tabaco es una de las medidas más eficaces para reducir el consumo. Así lo sostiene, por ejemplo, el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo: subir un 10% el precio de la cajetilla disminuye el consumo entre un 3 y un 5%. Si la subida es mucho mayor, un 25%, el número de fumadores podría disminuir un 14%, “lo que evitaría 1.855 muertes anuales en España”.
Así que la receta es simple: subir el precio de la cajetilla equivale a salvar miles de vidas. Llevando esta lógica a su extremo el precio debería aumentar mucho más, por ejemplo triplicarlo, para salvar muchas más vidas o, mejor aún, hacerlo totalmente prohibitivo (sin llegar a prohibirlo: democracia obliga) para salvar TODAS las vidas que se lleva el tabaco. Sin embargo, esto nunca sucederá: las autoridades saben de que están tratando con adictos, así que se esmeran en mantener un delicado equilibrio entre la oferta y la demanda. (Las enseñanzas de la policía en la prohibición de estupefacientes son aplicables aquí: nunca dejes sin mercancía a los yonquis).
La relación entre el consumo de un bien y su precio se conoce en economía como elasticidad de la demanda. Así, un bien poco elástico como la gasolina puede subir mucho el precio sin que su consumo se resienta. Un bien muy elástico sería un bolso de Cartier de 5.000 euros, que si duplica su precio disminuye a la mitad su mercado potencial. Su consumo es superfluo, por tanto prescindible.
El tabaco, huelga decirlo, es un bien poco elástico: el fumador sufre la subida pero la acaba asumiendo y resta el gasto adicional de otros conceptos menos importantes, como ir al cine o a clases de saxofón. ¿Realmente deja de fumar mucha gente cuando sube el tabaco? Probablemente fume menos, empiece a comprar marcas más baratas, se pase al tabaco de liar o fume a escondidas para no ofrecer. El 10% de aumento de precio que proponen las autoridades sanitarias es fácilmente soslayable para el fumador…fumando un 10% menos.
Acabo de regresar de Canarias, donde el precio del tabaco sigue siendo asombrosamente menor que en la Península: una cajetilla de Camel cuesta 2,40 euros en la máquina de un bar, 1,5 euros menos que en el resto de España. Incluso se vende una modalidad de gama baja del Fortuna a 85 céntimos la cajetilla, un precio del siglo XX (cuando yo empecé a fumar el Fortuna costaba exactamente 100 pesetas). Con estos precios sería lo lógico pensar que los canarios fuman mucho más que los godos. Pero no: fuman menos. Sólo el 28% de los canarios fuman habitualmente, frente al 35% del total nacional, según las respectivas encuestas de salud del archipiélago y del ministerio del ramo.
Obviamente habría que entrar en otras disquisiciones, como la riqueza relativa de unos y otros para comparar la influencia del precio en el consumo, pero lo cierto es que el porcentaje de fumadores en Canarias se ha reducido desde el 33% de 1997 al 28% actual, mientras en toda España ha pasado del 35 al 30%, según el Ministerio de Sanidad (cinco puntos más según el Eurobarómetro, .pdf).
Se puede hilar más fino. He encontrado esta gráfica de 2006 que relaciona el consumo de tabaco en función del precio en todos los países europeos, una vez ajustado el poder adquisitivo de cada país. Para el mismo precio (2 dólares el paquete de cigarrillos), el fumador español se echa al pecho 2.800 cigarrillos anuales, el triple que el sueco, ese rara avis (16% de fumadores, una de las tasas más bajas del mundo). Conclusión provisional: lo del fumar es más social que económico.
El porcentaje de fumadores en España seguirá bajando, bien porque se muera la generación de fumadores (recordemos que prácticamente todos los hombres fumaban hace un par de generaciones) y no se incorporen nuevas en ese feo y maloliente hábito. Pero convendría cuestionarse mantras comúnmente asumidos, como que el precio del tabaco tiene una influencia directa en el número de fumadores. Lo que sí hace, desde luego, es engordar las arcas del Estado a costa de los pobres adictos.
Consumo de tabaco en Europa, Eurobarómetro [.pdf].
Consumo de tabaco en Canarias, Instituto Canario de Estadística [.pdf]
Este artículo entra a engrosar, provisionalmente y hasta que se demuestre lo contrario, la afamada serie Derribando Mitos.
Otros mitos derribados:
Derribando mitos: 1. El mundo es cada vez más violento
Derribando mitos: 2. Adicción a Internet (Eduardo Arcos)
Derribando mitos: 3. Los alimentos biológicos son más sanos
Derribando mitos: 4. El mundo está cada vez peor (Y esto no hay quien lo arregle)
Derribando mitos: 5. Sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro
Derribando mitos: 6. Una descargar equivale a una venta menos (Eduardo Arcos)
Derribando mitos: 7. Los humanos somos los únicos animales que matan por diversión
Derribando mitos: 8. La homeopatía cura (Eduardo Arcos)
Derribando mitos: 9. Los humanos somos monógamos
Derribando mitos: 10. Esa ardilla que recorría España de rama en rama…
Derribando mitos: 11. Se producen más suicidios en invierno y en los países escandinavos
Derribando mitos: 12. El cinturón de castidad medieval
Derribando mitos: 13. Vivimos el doble de tiempo que hace un siglo