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Papiroflexia, plegando papel para no pensar en nada más

En estas circunstancias tan particulares que nos han tocado vivir, una actividad tan sencilla, asequible y económica como la papiroflexia es un arma infalible para mantener las manos ocupadas mientras conseguimos efectos balsámicos para nuestra mente. Y es que en esos minutos (u horas) que pasas pendientes de plegar la pieza de papel para crear una figura, estás tan concentrado en esta tarea que no piensas en nada más. Te olvidas de las preocupaciones y se te va de la cabeza incluso la noción del tiempo.

En el caso de los menores, que estos días también también andan por casa aburridos, el beneficio se multiplica. Están en edad de desarrollo mental y la papiroflexia contribuye a aumentar su memoria, fomenta su creatividad y ayuda a entrenar su psicomotricidad fina (aquellos movimientos que requieren más destreza, precisión o habilidad) y el sentido espacial. También les obliga a permanecer concentrados en una tarea fija, algo fundamental en esa fase de sus vidas. Y también para sus padres, sobre todo si están teletrabajando en casa.

Y, encima, es un arte barato. Con unos cuantos papeles cuadrados y los miles de tutoriales que hay en internet, las horas de confinamiento doméstico se pasan volando sin necesidad de hacer grandes gastos.

Pero el valor de este arte “menor” va más allá del mero pasatiempo. Cuando plegamos un mapa de carreteras o un folleto (o, al menos, lo intentamos), eso también es papiroflexia. Porque la antigua ciencia de doblar el papel ha propiciado muchos más inventos de los que imaginamos. Cuando hace unos años la compañía alemana EASi Engineering decidió buscar la manera óptima de empaquetar los airbags de los coches recurrió, contra todo pronóstico, a un experto en papiroflexia: Robert Lang (imagen de arriba). También fue Lang quien asesoró a los científicos de los Laboratorios Lawrence Livermore para diseñar un telescopio que pudiera ser empaquetado dentro de una lanzadera y desplegarse cómodamente en el espacio.

Y encima la papiroflexia es algo tan español que somos el único país que ha creado una palabra propia para definir el doblado de pliegues de papel. El resto del mundo usa el nombre japonés: origami. Aunque en realidad no es un nombre sino dos.

Proviene de la palabra japonesa 折る (oru = plegar) y 紙 (kami = papel). Y pensamos que es originario de Japón. Pero en realidad, no se originó en Japón sino en China alrededor del siglo II, de forma paralela a la invención del papel; y no fue sino hasta el siglo VI que llegó a Japón llevado ahí por los monjes, país en el que encontró las grandes escuelas y maestros seminales más influyentes, formando parte importante en las ceremonias de la nobleza, pues doblar papel era un lujo que solo podían darse personas de posición económica acomodada.

Fueron los árabes quienes llevaron el origami a Europa entre los siglos IX y XII, aunque ellos sólo utilizaban el origami para crear figuras geométricas, ya que su religión les prohibía hacer figuras de animales. Y probablemente comenzó a practicarse en España antes que en cualquier otro país europeo, tras la llegada del papel que nos trajeron nuestros vecinos del norte de África.

Algunos historiadores afirman que la clásica figura de la ‘pajarita’ existía ya en Toledo en el siglo XII. En cualquier caso, uno de los pioneros de la papiroflexia moderna fue el filósofo español Miguel de Unamuno, que ya en el siglo XIX iba dejando sus ‘papirolas’ en las aulas y los cafés que frecuentaba. ‘Mientras dure la guerra’, la película de Alejandro Amenábar que recrea los últimos meses de la vida del intelectual bilbaíno, ha devuelto al primer plano la afición de un hombre tan trascendente por el arte de doblar cuartillas, algo que siempre se ha considerado propio de niños.

Afición inútil o no, el doblado de papel para hacer figuritas se coló en muchos frentes de la vida española. Y hasta se convirtió en una vocación vital dentro del entorno laboral, pues hacer pajaritas ha sido siempre sinónimo de perder el tiempo, como bien nos mostraban los cómics de ‘Superlópez’, donde se cuentas las aventuras de un aburrido contable con ínfulas de héroe los ratos que le deja libre su jefe.

Incluso tenemos una Escuela-Museo de Origami de Zaragoza (Emoz), el único centro especializado en origami de Europa y que se dedica exclusivamente a coleccionar modelos de los plegadores más afamados en las convenciones internacionales, mientras realizan ellos mismos las labores de conservación y restauración de las figuras.

Si lo visitas, te darás cuenta que existen cinco estilos de origami claramente diferenciados: acción (con movimiento parcial, como la paloma con alas de Unamuno); modular (unión de muchas piezas); plegado en húmedo (para lograr curvaturas en lugar de pliegues); ‘pureland’ (limita las dobleces que se pueden hacer) y teselado (trenzado de papel).

Sin embargo, como no podemos salir de casa para plantarnos en Zaragoza (y ya nos gustaría), para que también puedas ver las diferencias entre los distintos tipos de papiroflexia, desde la cuenta de Instagram de ‘Anaquiños de papel’ ( ‘anaquiños’ es una palabra gallega que significa «trocitos» y que el castellano debería adoptar urgentemente), un estudio de diseño y creatividad en el que la materia prima es el papel, han lanzado durante la cuarentena el #retoanaquinos, con vídeos y esquemas de distintos expertos y aficionados al mundo de las figuras. También buscando en Twitter por los hashtags #papiroflexia o #origami puedes encontrar multitud de ideas para que practiques al ritmo que te sientas más cómodo según tu red social favorita.

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Aquí os dejamos un nuevo reto que nos veníais pidiendo desde el primer día, una flor de origami. Es sencilla de hacer, sobre todo si habéis hecho los retos anteriores. Por cierto, a tod@s l@s que estáis haciendo todos los retos os tenemos preparada una sorpresa muy especial, estad muy atent@s Gracias a tod@s l@s que valorais y dais visibilidad a nuestro reto, ¡que suerte tenemos de teneros! ❤ #tallerdeorigami #origamiartist #paperart #paperartist #origamidesign #origamiworkshop #diseño #nordic #nordicstyle #origamitutorial #origamiflower #interiorismo #origamimaster #retoanaquinos #diy #deco #decoracion #homedecoration #marcapaginas #jefadetuvida #origamitutorial #anaquinosdepapel

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Art Attack Papiroflexia – Origami

@Jorge Rodríguez Nos trae el tercero de los Art Attack. Esta vez un Origami muy Imperial "Como debe ser".

Publicada por Project Droid en Domingo, 29 de marzo de 2020


Pero volvamos a Japón.
¿Sabías que en el país del sol naciente una antigua leyenda promete que cualquiera que haga mil grullas de papel recibirá un deseo de los dioses, tal como una vida larga o la recuperación de una enfermedad? De hecho los primeros modelos documentados en Japón son de la emblemática grulla. Algo que para los japoneses entronca con su afición a la trascendencia zen: esa grulla es símbolo de algo noble; y junto con el fénix, es el pájaro más poderoso y que mejor representa la buena fortuna.

Y es posible que hayas oído hablar de la leyenda de 1.000 grullas de origami si alguna vez has visitado el Monumento a la Paz de Hiroshima. Esta leyenda se popularizó en los años 50, cuando la niña Sadako Sasaki, víctima del bombardeo de Hiroshima, se propuso doblar 1.000 grúas para curarse de su leucemia inducida por la radiación.

Cuando la pequeña Sadako estaba en el hospital realizando el tratamiento, su amiga Chizucho le explicó la historia de las 1.000 grullas de papel y Sadako se puso manos a la obra. Nunca lo consiguió: murió habiendo realizado 644 grullas de papel. Simbólicamente, sus amigos continuaron su misión y completaron las 1.000 grullas, con la esperanza de que se evitaran las guerras en el futuro y se consiguiera la paz entre todos los países del mundo.

Desde ese día, cientos de grullas plegadas en papel siguen llegando al Parque Memorial de la Paz de Hiroshima, donde hay una escultura de la niña. Y regalar grullas de papel se ha asociado con el hecho de querer desear salud, bienestar, felicidad y prosperidad.

Así que desde Cooking Ideas te ofrecemos algunas plantillas para que te pongas manos a la obra y puedas hacer tus propias figuras de papiroflexia, desde las más básicas a modelos más complicados, incluida una mascarilla facial para estos tiempos de distanciamiento social.

El primero de los modelos no podía ser otra que la famosa grulla. Y qué mejor que, entre todos, llegar a las 1.000 grullas para que se cumpla nuestro mayor deseo: acabar con el coronavirus.

La grulla

Una rana saltarina

El loro

El barco

Una estrella de ocho puntas

Un dragón

Una avión que vuele lejos

Una pajarita como las de Unamuno

Un Drácula ye-yé

Una ardilla voladora (que vuela)

Un lirio

Un cangrejo

Una mascarilla con papel de cocina

 

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