En 2002 el biólogo Andrew Balmford publicó una carta en la revista Science titulada «Por qué los ecologistas deberían prestar atención a Pokemon», que resultó toda «una patada en el trasero» en la forma en que el mensaje conservacionista calaba en las nuevas generaciones.
Se trataba, en esencia, de un estudio donde se mostraba cómo los niños de ocho años tienen una notable capacidad para identificar a más de 120 personajes diferentes de Pokemon. Sin embargo, cuando se les enseñan fotografías reales de flora y la fauna que vive en sus casas o ciudades, los resultados fueron simplemente horribles.
Este estudio, según Andrew Balmford, debía llevar dos mensajes a los conservacionistas. En primer lugar, los niños tienen claramente una gran capacidad para aprender sobre las criaturas (ya sean naturales o artificiales), pudiendo a los 8 años identificar a casi el 80% de una muestra extraída de 150 especies sintéticas.
En segundo lugar, parece que los ecologistas lo hacen mucho peor que los creadores de Pokemon a la hora de ilustrar los animales para ganarse los corazones de la próxima generación. «¿Podemos hacer lo que Pokemon hace bien, pero con la realidad de la biodiversidad y la ecología como núcleo de los contenidos?» terminaba preguntándose Andrew Balmford.
Con la semilla de esta idea brillante, la gente de la SCQ (Science Creative Quarterly) ha recuperado el concepto años después y pretende aprovechar las bondades de la «Web 2.0» para gestar Phylomon (Pokemon + Phylogeny), un proyecto que invita al diseñador gráfico, al jugador y a las comunidades educativas/científicas a crear un juego de cartas que representen los animales reales.
La comunidad científica determinaría el contenido de dichas tarjetas, las personas que aman los juegos tratarían de diseñar formas interesantes de utilizarlas, y al final, los miembros de la comunidad docente participarían para ver si el resultado tiene el mérito educativo necesario para ilustrar a nuestros infantes. Todo con el sello «non-commercial-open-access-open-source» que aglutinará bajo una misma causa a todos los implicados y que encima aprovechará el empuje que ofrece el 2010, el Año Internacional de la Biodiversidad.
El primer paso, en el que actualmente el grupo SCQ está metido de lleno, consiste en ganar el entusiasmo de la comunidad de diseño gráfico e ilustración. Para ello han abierto una cuenta en Flickr donde cualquiera puede subir los dibujos de las cartas que considere.
En cuanto las imágenes empiecen a entrar (ya hay varias) se podrán comentar. Este es el tipo de retroalimentación que ayudará a decidir qué imágenes se utilizarán en las tarjetas finales. Una vez elegidas, pasarán al sitio web phylomon.org en algún momento de finales de febrero, principios de marzo de 2010, donde el resto de los actores implicados podrán dotarlas de contenido, puntos vitales y toda la parafernalia propia para enamorar a un niño de 8 años.
Unas últimas palabras de SCQ para terminar de convencernos:
«Somos muy conscientes de algunos comentarios de advertencia acerca de la nula utilidad de este proyecto. Sin embargo, uno de los lujos de un proyectos web es que, mientras que los recursos que se utilizan son relativamente pequeños, los resultados pueden ser enormemente sorprendentes. Siempre y cuando los dioses de la web están contentos con lo que está pasando, claro.»
Así que, ya que la mayoría estamos de acuerdo en que necesitamos nuevos enfoques en la educación ecologista, ¿por qué no intentarlo? Pásate por el Proyecto Phylomon, su grupo de Facebook, y /o su sitio en Flickr para contribuir en pensamiento, arte u omisión. Los animales que queden en el mundo te lo agradecerán.