A cualquier fanático de Harry Potter le encantaría toparse alguna vez con una carta procedente de Hogwarts y asistir al colegio de magia y hechicería más conocido del mundo de la ficción. Resultaría de lo más entretenido convertir a los compañeros en animales, elevar por los aires a aquellos que nos suelen tocar las narices o, simplemente, aprender nuevos encantamientos de profesores y amigos.
Puede sonar a ficción, pero, en realidad, estas actividades suelen ser de lo más normal en Colon, un pueblo al sur de Michigan, en Estados Unidos, que ostenta el título de ser la capital mágica del mundo. Si bien es verdad que sus habitantes no tienen por costumbre alzar por los aires a los visitantes, el cargo le viene como anillo al dedo.
Durante los últimos ochenta años, la pequeña ciudad ha acogido la ‘Abbott’s Magic Get Together’, una convención de cuatro días que comprende seminarios, demostraciones y actuaciones en público de magos e ilusionistas de carne y hueso. Además, Colon cuenta con dos de las fábricas de artículos de magia más destacadas de EE.UU. y ha sido testigo de la vida de magos tan importantes como Harry Blackstone.
Precisamente, fue este ilusionista estadounidense el que le dio al pueblo el honor de convertirse en la meca de la magia. A principios de siglo XX, los magos e ilusionistas que recorrían los teatros de cada estado hacían un parón durante los meses de verano, debido, principalmente, al calor que hacía en el interior. En 1926, Inez, la esposa de Harry Blackstone, encontró de casualidad el lago Sturgeon – uno de los tres lagos que hay en Colon – y se enamoró de aquel lugar.
Inez convenció a su marido de que se instalaran allí durante los meses de verano. El nuevo asentamiento, conocido como la Isla Blackstone, le sirvió al mago para practicar sus trucos de escapismo. Además, la antigua casa de la ópera de la ciudad le permitió ensayar sus ilusiones.
En 1927, un viejo amigo ilusionista australiano, Percy Abbott, vino a Colon para encontrarse con Blackstone. Además de realizar trucos de magia, a Abbott le gustaba fabricar sus propias herramientas mágicas, de ahí que aceptara la propuesta de Blackstone de crear la primera fábrica de artículos de magia de Colon, la Abbott Magic Company.
A pesar de que la aventura acabó con la separación de Abbott y Blackstone dieciocho meses después, la fábrica siguió su curso de la mano del australiano y, para la década de los cincuenta, la compañía ya contaba con diez tiendas alrededor del país.
Abbott Magic Company no es la única empresa encargada de fabricar artilugios de este tipo. La FAB Magic Company, fundada por los descendientes de Abbott y un antiguo comercial farmacéutico, y la Sterlini Magic Manufacturing forman parte de los negocios locales más emblemáticos de Colon. Y a pesar de que los beneficios de ambas compañías resultan escasos, las dos fábricas consideran que el pueblo es la mejor ciudad para asentarse.
«Esta es la capital mágica del mundo, debería tener una tienda mágica en cada esquina», señala en una entrevista Rick Fisher, uno de los dueños de FAB Magic Company.
La convención ‘Abbott’s Magic Get Together’, iniciada también por Blackstone, se celebra cada mes de agosto. Allí los magos e ilusionistas de mayor edad transmiten sus habilidades y técnicas mágicas a los más jóvenes. Consejos que han recibido magos de reconocido prestigio como Lance Burton, considerado uno de los mejores del mundo.
A muchos veteranos les preocupa el hecho de que cada vez menos jóvenes se interesen por la magia, principalmente por culpa del auge de la tecnología. Una preocupación que durante la cita los ilusionistas intentan evitar, porque puede que la tecnología acabe con los magos, pero no logrará disipar el aura de misterio que envuelve la capital mágica del mundo real. ¡Bienvenido a Colon!
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Con información de The Verge, Colonmi, Colon Michigan, y Portal de Magia
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