“En Laponia hace frío, pero yo me río. Mi abuelito Chulupuki es amigo mío”. Poco más sabemos los españoles de Laponia: que hace un frío del carajo y que allí viven entrañables abuelos leñadores. En Laponia hace más frío que en Teruel, pero no mucho más: la localidad turolense de Calamocha tiene el récord de la temperatura más baja registrada en la historia de España: 30 grados bajo cero. En 1965, eso sí. Ya ha nevado desde entonces.
Teruel, y partes de Cuenca, Soria, Burgos, Zaragoza Guadalajara y Castellón forman una enorme región ( duplica tamaño de Bélgica) que se ha dado en llamar Serranía Celtibérica y que tiene (o “sufre” sería otra manera de llamarlo) una de las densidades de población más bajas de toda Europa: apenas 8 habitantes por kilómetro cuadrado, 12 veces inferior a la media española.
Pero esos 8 habitantes constituyen una multitud, en comparación con el área interior de la región, donde la densidad cae a un anémico 1,63 habitantes por kilómetro cuadrado, por debajo de los 1,87 habitantes de Laponia, la región ártica de Suecia y Finlandia. Peor aún: el futuro demográfico de la Serranía Celtibérica es más negro que el de Laponia, según explica el catedrático de Prehistoria Francisco Burillo en El País:
“Mientras Laponia tiene un 15,53% de menores de 15 años y un 19,62% de mayores de 65, aquí los menores de 15 son el 7,33% y los mayores de 65, el 32,05%. Estos porcentajes de envejecimiento pueden hacerse extensivos a otras comarcas. Puede considerarse que la zona está biológicamente muerta”.
Burillo, quien también ha acuñado el concepto geográfico de Serranía Celtibérica (discutido por otros especialistas) denomina a esta subregión “la Laponia del Sur”. Según la categorización de la Unión Europea, una densidad de población inferior a 10 habitantes/km2 se considera un “desierto demográfico”. Mongolia es el único país del mundo que tiene una densidad equivalente a la del interior de la Serranía Celtibérica: 2 habitantes por kilómetro cuadrado.
Albarracín (1.000 habitantes), «capital» de los Montes Universales.
Sin embargo, mientras Laponia “ha tenido como constante histórica su baja demografía, debido a sus condiciones climatológicas extremas, en la Serranía Celtibérica el proceso de continua despoblación se inicia muy recientemente, hacia 1960”, según explica el informe [.pdf] disponible en Serranía Celtibérica y elaborado por el propio Burillo con el auspicio del Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda.
¿Qué depara el futuro a la Laponia del Sur? Salvo una improbable inmigración masiva, un paulatino envejecimiento y una despoblación casi total, acentuando la tendencia que ya se está dando en el resto del Estado: España perderá 5,6 millones de habitantes en los próximos 50 años y el porcentaje de mayores de 65 años se duplicará en ese período, del 18 al 40%.
Más información en El País, Público y en Serranía Celtibérica. ¡Gracias al farero Víctor Turégano por ponerme al tanto de este asunto!
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