De todo desastre natural se aprende, y tras el devastador paso del huracán Sandy por el Caribe y los Estados Unidos hemos visto algunas «escenas tecnológicas» un tanto fuera de lo común, especialmente en las grandes ciudades de uno de los países más avanzados del mundo: millones de personas sin electricidad, grandes áreas sin cobertura telefónica y la desconexión total de Internet.
De entre todas esas escenas se pueden rescatar algunas curiosidades que tal vez nos puedan ayudar en situaciones críticas en el futuro. Estas son algunas de las que más me llamaron la atención:
Buscando electricidad por todas partes. El huracán provocó grandes inundaciones que a su vez colapsaron los sistemas eléctricos de las grandes ciudades –incluyendo toda la parte baja de Manhattan, en Nueva York– dejando a sus habitantes en la más absoluta oscuridad. Las empresas de servicios anunciaron que tardarían varios días en restaurar el suministro; en ocasiones una semana o más. ¿Qué hacer entonces?
Los sistemas autónomos habituales tales como los generadores diesel o similares –de duración más o menos limitada, porque también el combustible se agotó al poco tiempo– han dado paso a ideas más ingeniosas como el hornillo generador de electricidad: el BioLite HomeStove, por ejemplo, sirve tanto para cocinar como para cargar gadgets como los teléfonos móviles y ordenadores portátiles, utilizando madera como combustible. Está claro por su tamaño que no es suficiente para alimentar de corriente toda una casa, pero unido al elenco habitual de placas fotovoltaicas y cargadores solares ha demostrado ser un gran complemento, sobre todo por su autonomía.
Los afortunados que disponen en su casa de medidores inteligentes de electricidad, generalmente instalados por las propias compañías eléctricas, fueron los primeros en ser atendidos y ver restaurada la corriente en sus casas. El porqué es sencillo: estos aparatos emiten señales continuamente sobre su funcionamiento y si la central no recibe datos puede saber instantáneamente que algo está estropeado y en qué dirección. De modo que, en pleno caos y con equipos desbordados por revisar miles y miles de instalaciones, qué mejor sitio para comenzar que donde se sabe que hay problemas.
Ya en las calles, los supervivientes urbanos encontraron puntos de suministro eléctrico en los sitios más peculiares, tales como los hogares de buenos samaritanos que seguían conectados, algunas farolas que cuentan con enchufes para labores de mantenimiento e incluso cajas de conexión al pie de los árboles: en situaciones dramáticas, cualquier sitio es bueno para recargar un rato. ¿Cuántos de esos puntos podrías encontrar en cinco minutos alrededor de tu hogar o tu oficina?
En busca del Wi-Fi y la cobertura telefónica. Según algunos informes, tres de cada cuatro antenas de telefonía móvil quedaron desactivadas tras el paso del huracán – bien por daños físicos, bien por falta de suministro eléctrico. Según dicen, en algunas zonas era habitual ver a los neoyorkinos jugando al «escondite» con las señales de cobertura, buscándolas en esquinas y callejones, intentando aprovechar la poca cobertura general que quedó, aunque las instalaciones móviles fueron las primeras en ser restauradas.
Respecto al Wi-Fi y debido a que mucha gente no tenía conexión en casa –por no hablar de electricidad– tuvo también su papel la actitud de muchos comercios y dependencias comunitarias y oficiales, especialmente cafeterías y bibliotecas, que compartieron su conexión abriéndola a todos los paseantes. Una escena curiosa de estos días, según se ha visto en alguna foto, era el gentío arremolinado alrededor de un café Starbucks –estando el local completamente cerrado– debido a que los dueños habían dejado el Wi-Fi abierto para quien pudiera necesitarlo antes, durante y después del paso del huracán. Eso es previsión.
{Foto: Power Strip (CC) Eden Pictures @ Flickr}