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Así lograron los Pelayo hacerse ricos apostando a la ruleta

Ayer se estrenó en cines de toda España ‘The Pelayos’, la película basada en la apasionante historia real de los Pelayo, una familia de jugones que lograron vivir (holgadamente) durante años reventando casinos. Pero los Pelayo no eran unos tahúres, al estilo ‘Ocean’s Eleven’ sino unos estudiosos del azar: su método consistía en contabilizar minuciosamente las irregularidades de las ruletas de un casino y apostar posteriormente a los números más proclives a salir en cada una de ellas.

Este es el método empleado por estos épicos jugadores, tal y como lo relató nuestro compañero Alvy en un clásico post en Microsiervos:

El sistema García-Pelayo para la ruleta

Basándose en la premisa de que algunas ruletas concretas deben tener alguna imperfección física y que no existe la ruleta perfectamente aleatoria (abombamientos, tamaño de los casilleros de los números, flexibilidad de las placas separadoras, etc.) basta con examinar los números ganadores durante varios miles de lanzamientos buscando un sesgo hacia los que más frecuentemente aparecen. Si la ruleta tiene una pequeña deformación o abombamiento y, digamos, el 21 está en un “valle”, tal vez salga con más frecuencia de lo que cabría esperar y superados ciertos valores es favorable apostarlo (puede que ese sesgo supere la ventaja teórica del 2,7% del casino). Tras examinar al menos 5.000 “bolas” (lanzamientos) sobre una ruleta real, se analizan los números que han salido más de lo normal. Salir “más de lo normal” significa que ese número aparezca “más de 1/36 de las veces”, que sería lo habitual para obtener un premio [también podría hacerse con 1/37 ó 1/38, pero García pelayo prefiere el probabilidad vs premio].

Para saber si esa desviación es debida a un sesgo real del mecanismo de la ruleta o al puro azar, se comparan esos valores con dos límites. El primer límite es aquel que en una simulación realmente aleatoria por ordenador abarca al 95% de los casos (sólo un 5% de los casos se pasan del límite). El segundo límite es el que engloba al 99,95% de las simulaciones (sólo un 0,05% de los casos pasan ese límite). Si tras esas 5.000 tiradas comprobadas algún número supera el primer límite significa que casi con toda probabilidad habrá un sesgo real sobre ese número en esa ruleta debido a algún defecto (no hace falta saber cuál). Y se se supera el segundo, más estricto, el sesgo será según García-Pelayo “absolutamente seguro y cierto” mientras esa ruleta no se modifique o manipule. Por ejemplo: si tras 20.000 pruebas se espera el valor de +278 como límite al 99,95% y se observa que el 36 ha salido +633 veces de lo normal… es que algo extraño pasa. Conclusión: algo realmente extraño le pasa al 36, y hay que jugarlo porque es un número ganador. Si ese sesgo supera el 2,7 ó 5,4% de margen que tiene el casino, que es lo que sucede al pasar esos dos límites, la ruleta puede considerarse, en palabras de García-Pelayos, “una caja de ahorros” más que un juego de azar.

Aplicando este sencillo sistema de forma metódica, con miembros del equipo (casi todos familiares) que durante semanas tomaban números, mientras otros apostaban posteriormente, el Clan de los Pelayos ganó mucho dinero en el Casino de Madrid, en Barcelona, en Canarias… y en Amsterdam, en otras ciudades europeas y prácticamente en el resto del mundo, incluyendo Las Vegas y Australia. Las ganancias se elevaron a más de 250 millones de pesetas durante tres años a principios de los 90. Los casinos, obviamente, tomaron sus contramedidas cuando descubrieron a los sistemistas, cambiando las ruletas de sitio, de modelo o intercambiando piezas de unas y otras.

El post original, en Microsiervos. Y, de propina, una actualización: The Pelayos: la historia del mítico clan de jugadores de ruleta llevada al cine.

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