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Un recorrido por nuestro planeta celebrando la diversidad biológica

Existen ocasiones en que, a causa de los problemas diarios, nos olvidamos de lo que tenemos en nuestro propio planeta: la inmensa biodiversidad que existe y de la que, habitualmente, nos despreocupamos. Al menos, hasta que alguna de esas muchas especies pasa a encontrarse en peligro de extinción. Para evitar que esto pase, conviene de cuando en cuando dar una vuelta alrededor del globo con la intención de festejar la tremenda variedad de seres que cohabitan con nosotros. Y que mejor día que hoy 22 de mayo, en el que se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica (), una jornada auspiciada por la ONU y que llama la atención sobre la importancia de la preservación de las especies y la riqueza de la vida.

Si existe un caso que resulta realmente especial, por suponer uno de los símbolos universales de la protección del medioambiente, es el de los osos panda gigantes. Si algunos años atrás estos animales aparecían en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) con la etiqueta de “en peligro de extinción”, el aumento de su población en los últimos años ha provocado que acaben por estar en la categoría de “vulnerables”.

Aunque el calentamiento global aún supone una amenaza para esta especie pese a los esfuerzos de las autoridades chinas por la reforestación de los bosques de bambú (los pandas gigantes se alimentan en un 99% de bambú), lo cierto es que la población de pandas gigantes se ha casi doblado en tres décadas. En la década de 1980, había tan solo 1.114 pandas en China. Se pasó a una población de 1.596 en 2004 y de ahí a 1.864 de estos mamíferos en 2014, viviendo en su hábitat natural, es decir, al sur de China. Actualmente se estima que hay alrededor de dos mil ejemplares en libertad.

Y hay 400 pandas más en cautiverio en zoológicos y reservas. Las medidas adoptadas por el Gobierno del país han surtido efecto, no solo a la hora de reforestar sino también de cara a proteger a los pandas de los cazadores furtivos, algo que muestra que los esfuerzos de conservación están funcionando y brinda esperanza para las especies más amenazadas del mundo.

De regreso del lejano oriente, en la Península Ibérica también podemos estar de enhorabuena porque, desde 2015, el lince ibérico ha abandonado la situación de “peligro crítico” de extinción y actualmente se encuentra “en peligro”. Habrá quien piense que no se trata de un gran avance, pero lo cierto es que, si echamos la vista atrás, es una muy buena noticia. Según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, “de 94 linces que quedaban en Andalucía en 2002, se ha pasado a 830 en 2019”, año en que nacieron unos 150 cachorros. Prácticamente se ha multiplacado por ocho la población. En 2002 solo quedaban dos poblaciones –una en Doñana (Huelva) y otra en Andújar (Jaén)– que ocupaban una superficie de 125 kilómetros cuadrados. En 2019 la superficie era de 3.064 kilómetros cuadrados repartidos por Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y el sur de Portugal.

No obstante, ni las autoridades chinas ni las españolas deben descuidarse a la hora de dar la protección que requieren estas dos especies. Si en el caso de los osos panda gigantes el riesgo estaba en la desaparición de los bosques de bambú, con los linces existe el peligro de atropello en las carreteras (es su principal causa de mortalidad), de ahí la importancia de que las crías den sus primeros pasos en este mundo en cautividad.

Otro caso es el lagarto gigante de El Hierro, que tuvo la mala suerte de despertar la curiosidad de los humanos y, a finales del siglo XIX, el ansia de los coleccionistas provocó la merma de la especie hasta el punto de que se creyó extinta. En 1974, un pastor halló varios ejemplares en la Fuga de Gorreta, en la isla canaria que dio nombre al animal. No obstante, el lagarto todavía tiene grandes dificultades para sobrevivir y, de hecho, en la actualidad existe un centro dedicado a la recuperación del animal. Los biólogos españoles han soltado, de forma controlada, ejemplares criados en cautividad para que la especie se extienda y deje de estar catalogado como el reptil más amenazado de Europa.

Cientos de casos allende nuestros mares

Pero las oriundas de nuestro país, ni mucho menos, son las únicas especies que demuestran la biodiversidad existente en nuestro planeta. Ocurre lo mismo con otras tantas, como por ejemplo el antílope tibetano. Si bien antaño eran cazados por su fina piel, muy codiciada en la industria textil, ahora las medidas de protección de esta especie han dado sus frutos para que la población crezca de 100.000 a 150.000 ejemplares. Por esta razón, esta raza de antílope que se encuentra en el norte de la India y en algunas regiones de Nepal y China ha entrado en la categoria de “casi amenazado” de la Lista Roja de Especies Amenazadas, tras más de 30 años estando “en peligro”.

Otro de los casos más sonados de los últimos años fue el protagonizado por los demonios de Tasmania. Los animales que inspiraron uno de los personajes más divertidos de la factoría Warner Bros estuvieron al borde de la extinción. De hecho, había quién ya consideraba que esta especie había desaparecido de la faz de la Tierra debido a un cáncer facial sumamente contagioso que puso en jaque a estos mamíferos. Tanto es así que, en 20 años, la población de este marsupial disminuyó un 80%.

Sin embargo, en este caso no fue la labor humana y las medidas puestas en marcha las que consiguieron rescatar a los demonios de Tasmania, sino que fue la propia especie la que logró salvarse. Según los estudios al respecto, una evolución de sus genes acabó por hacer que fueran resistentes a esta enfermedad que se había ensañado con ellos. Recientemente, han sido liberados 100 ejemplares y ahora la labor de los científicos se centra en fortalecer a todos aquellos que han crecido de forma salvaje.

Parece que menos suerte ha corrido su primo, el tigre de Tasmania, también conocido como lobo marsupial o tilacino, es una de las especies sobre la que se han escrito más teorías de misterio en las últimas décadas, tanto por su extinción como porque periódicamente surgen posibles avistamientos de algunos ejemplares vivos. La llegada de los europeos a esta gran isla trajo también la caza intensiva, las enfermedades inducidas por especies invasoras como los perros y la ocupación de sus hábitats naturales, lo que a la postre acabaron con las poblaciones silvestres la segunda década del siglo pasado. En los años 1930 solo se conocía la existencia de unos pocos animales en cautividad.

De hecho hace solo unos días surgieron nuevas imágenes del extinto tigre de Tasmania en el Archivo Nacional de Cine y Sonido de Australia (NFSA). Se cree que este clip es el último filmado de Benjamin, el último tigre de Tasmania que sobrevivió en cautividad y que fue filmado en diciembre de 1933. El metraje, de solo 21 segundos, ha sido ahora remasterizado antes de su difusión.

Y otra buena noticia para celebrar, pues guardabosques taiwaneses han informado sobre avistamientos de ejemplares del leopardo nublado de Formosa, una especie que se creía extinta. El último avistamiento confirmado de esta especie ocurrió en 1983 en la montaña Tawu, cuando se encontró un nativo que usaba la piel de uno de estos felinos. Entre el 2000 y el 2004, se colocaron más de 13.000 cámaras con el objetivo de captar la fauna salvaje, pero no se obtuvo ninguna imagen de ellos, siendo finalmente declarado como extinto en agosto de 2013.

Sin embargo, en febrero del 2019 se dio el avistamiento de este ejemplar, cuando uno de los guardabosques dijo que vio a uno de los leopardos nublados trepar a un árbol, para luego saltar por un acantilado con el fin de cazar a una cabra. Los expertos en biodiversidad de Taiwán, así como las tribus indígenas que ocupan las mismas áreas que debería ocupar el leopardo nublado de Formosa, creen que retirar al animal de la lista de especies extintas contribuirá a que se investigue mejor si realmente el felino vuelve a rugir en la isla. Sobre todo, porque las autoridades planean liberar, en determinadas áreas, ejemplares criados de cautividad.

No todo son buenas noticias

Pero pese a todas estas buenas noticias que dan esperanzas a la biodiversidad a lo largo y ancho de nuestro planeta, también hay especies cuya existencia se encuentra en grave peligro. Según los últimos datos al respecto, los grandes simios son algunos de los amenazados por culpa de la caza furtiva. Por ejemplo, el gorila de montaña (o gorila oriental) se encontraba en la categoría de «peligro crítico» de extinción, ya que la población salvaje se ha reducido en un 70% en los últimos 20 años. La población de gorilas de montaña se calculaba en cerca de 680 individuos en 2008, mientras que los cálculos de 2018 revelan que ha aumentado a más de mil individuos, la cifra más alta registrada para esta subespecie, lo que les ha permitido pasar de ese «peligro crítico» a simplemente a «en peligro» en la Lista Roja de Especies Amenazadas.

Mil ejemplares pueden parecer muchos si los comparamos con otro simio, el conocido como mochue, choro peruano o pacorrunto, un mono estuvo considerado extinto durante medio siglo. No fue hasta 1974 cuando se avistó el primer ejemplar vivo y dejó de catalogarse como desaparecido. Originario de Perú, la especie es distinguible de los demás primates por su larga y rizada cola. También cuenta con un pelo largo, oscuro y de color rojizo. Desafortunadamente, hoy es uno de los primates más amenazados del mundo. El crecimiento de las poblaciones humana y, en especial, la construcción de carreteras, han dañado considerablemente el hábitat del animal. Se cree que a día de hoy existen menos de 250 ejemplares en libertad.

Otros animales como la cebra de llanura o algunas especies de antílopes africanos, también se encuentran en esta misma situación y, tal y como refleja la Lista Roja de Especies Amenazadas. A estas, hay que sumar todas aquellas otras especies que nada más ser descubiertas, en mitad de este rico y diverso planeta en el que vivimos, han visto peligrar su supervivencia. Bien porque el hábitat en el que vivían peligra o bien por culpa de algunas actividades humanas como la minería. O por motivos más prosaicos como… su apariencia.

El caso del aye aye, una especie de lémur también conocido por su nombre científico como Daubentonia madagascariensis, es uno de ellos. Y lo es precisamente por su aspecto, lo que le ha llevado a sufrir la desaparición masiva de ejemplares. Además de su apariencia desaliñada, el tercer dedo de las garras de este animal es el más largo de todos los que posee, ya que lo usa para rebuscar insectos que le sirven de alimento en los troncos de los árboles. Es originario de Madagascar, donde ha sido fuertemente perseguido y cazado por los habitantes del lugar por considerarlos como un demonio de mal augurio o mala suerte: existe la creencia de a quien señale el aye aye con su tercer dedo será víctima de grandes desgracias y sufrimientos, por lo que los pobladores de la isla tan solo con toparse con él, le dan muerte.

Pero es la tortuga de Swinhoe o tortuga de caparazón blando del Yangtzé o de Shanghái (Rafetus swinhoei) la especie que se encuentra en mayor peligro inminente de extinción del mundo, pues solo quedan tres ejemplares, un macho anciano en el zoo de Suzhou en China y dos ejemplares más, cuyo sexo se desconoce, en Vietnam, donde es considerado un animal mítico a pesar de su aspecto. En febrero del 2017, una cuarta tortuga —que según se cree tenía 100 años— murió en cautividad en Vietnam, reduciendo de un plumazo en un cuarto su población mundial. Aún así son las tortugas más grandes de agua dulce en el mundo y pueden crecer hasta alcanzar los 90 kilogramos.

¿Extraña tortuga, no es verdad? Este último animal es el ejemplo palpable de que, además de mirar al cielo y ver qué otra porción del universo podrá colonizar el ser humano, quizá deberíamos contemplar todo lo que tenemos a nuestro alrededor para tratar de cuidarlo todo lo posible. Solamente así podremos decir que la inmensa biodiversidad de la Tierra no corre peligro.

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