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WWW: Este muerto está muy vivo


Chris Anderson lo ha vuelto a hacer. La última portada de Wired extiende el acta de defunción de la web: “La web está muerta. Larga vida a Internet…y la web ha respondido: ojo, este muerto está muy vivo. El debate suscitado es del máximo interés no sólo por concluir si, efectivamente, la web basada en browser y html ha perdido su preeminencia sino por la utilización de los datos que sustentan la tesis: cómo la selección y presentación de una serie de datos es capaz de sustentar una afirmación. Como decía un amigo mío, “si quieres persuadir a alguien mete un gráfico en tu presentación: a la gente le intimidan los gráficos”.
Buena parte de la argumentación de Anderson gira en torno al gráfico que abre este artículo. En él se observa que, efectivamente, el tráfico generado por la web alcanzó un pico en torno a 2000 y desde entonces no ha dejado de menguar en su aportación a la tarta total de Internet, primero por el empuje de las redes p2p y actualmente por el vídeo (léase YouTube), que ya supone la mitad de los bytes que circulan por los routers. En el texto, Anderson apunta a que, cada vez más, utilizamos aplicaciones de Internet como RSS, Skype, Spotify o Facebook, “allí Google no puede husmear, donde el HTML no rige”.
Sin embargo, el gráfico no muestra la imagen completa del debate, según replica Rob Berschizza en Boing Boing, un medio tan influyente al menos como Wired: “Entre 1995 y 2006 –afirma Berschizza- el tráfico total de la web pasó de 10 Tb al mes a 1 millón de Tb (un exabyte) y volvió a multplicarse hasta 7 exabytes en 2010 según las proyecciones de Cisco, las mismas que utiliza Anderson en su argumentación”. Si presentamos la evolución del tráfico total y no porcentualmente, la gráfica quedaría así:

¿Hubiera utilizado Wired esta imagen para argumentar la muerte de la web? Difícilmente. Lo cual no resta argumentos a Anderson pero sí matiza considerablemente el titular: tras haber multiplicado por un 700.000 su tráfico en 14 años la web está lejos de estar muerta. Además, como señala un lector en los comentarios de Wired, debería ser el tiempo invertido en cada plataforma y no el volumen total de tráfico el índice más significativo para medir el uso de Internet, en tanto los vídeos pesan más que las páginas web y las descargas de Internet no requieren de la atención de los internautas.
Otra réplica de enjundia a Anderson es la que lanza Alexis Madrigal (a la sazón, ex trabajador de Wired) en The Atlantic (“What’s wrong with “X is dead””). Madrigal considera que el error de Anderson radica en considerar que las tecnologías simplemente se reemplazan unas a otras, cuando en realidad tienden a convivir: “parte de la electricidad que usa tu último gadget probablemente procede de una planta eléctrica con décadas de vida. Muchas formas de unir piecas de papel –clips, grapas, archivadores- siguen siendo de uso común (“¡El clip está muerto!”).
Más allá del titular, intencionadamente provocativo, del artículo de Wired, en él se deslizan una serie de datos más que interesantes. Por ejemplo, desafiando la sabiduría convencional, la audiencia en WWW no se está disgregando sino concentrando: “Según Compete, los 10 mayores sites de Internet acapararon el 31% de las páginas vistas de EEUU en 2001, el 40% en 2006 y el 75% en 2010”. Esto son buenas noticias para Google y para Facebook y explicaría sobradamente la apuesta por el todo o nada de los inversores.

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